lunes, 7 de noviembre de 2016

De vuelta

—¿Y bien?, preguntó tímidamente Adriana con los ojos entornados y el ceño fruncido. En seguida volvió a apretar los labios.
—¡Pues nada, que te ves estupenda! Su amiga la tomó por ambas manos, le obsequió una sonrisa, la miró de arriba a abajo y enseguida añadió: —Hacía muchísimo tiempo que no te veía. ¡Te ves radiante!—
—¿En serio lo crees, Leonor?
La expresión en el rostro de Adrianda le recordaba a Leonor la de su hijo de 3 años cuando no comprendía alguna sutileza del lenguaje de los adultos.
—¡Desde luego, te ves súper bien! Vamos, acompáñame a la cocina para hacerte un café y me platicas los detalles.

Hacía cinco años que las mujeres no se veían. Cinco años desde que Adriana descubrió que cambiar su apariencia física era para ella tan sencillo como acudir al vestidor de cualquier tienda de ropa, esperar escondida y robar, por encima de las mamparas, el físico de alguien más como quien le quita la sábana a un fantasma.

Tras darle unos sorbos a su café, Adriana reanudó la plática:

—¡Ay, amiga, gracias por el halago! ¡Eres tan linda! Pero yo me siento de la patada, ¡mira que volver a lo mismo después de todas las cosas emocionantes que viví estos últimos años!
—Pues sinceramente a mí me alegra mucho que estés de vuelta. ¡Qué bueno que ese hombre le echó mano a lo que traías encima y que con ello te liberó -seguramente sin saberlo- de la maldición! Te eché mucho de menos, Adri.

Adriana soltó el llanto que tenía contenido y empezó a temblar como una oveja recién trasquilada, abrazándose muy fuerte. Estaba de vuelta y otra vez sentía miedo, coraje, frustración e impotencia.

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[Entrada para el concurso # 123 de LasHistorias]