jueves, 17 de enero de 2013

No veo el problema



[Transcripción literal del archivo “bitacora.mp3”, encontrado en la memoria interna de un teléfono celular usado que acabo de adquirir]

Martes 26 de marzo de 2009

06:16 Ayer he dejado de formar parte de las estadísticas de desempleo y he decidido que lo celebraré comenzando una minibitácora en audio con ayuda de la grabadora del teléfono, una especie de podcast personal del nuevo empleado de correos, si así quiere verse.

Miércoles 25 de marzo de 2009

15:38 Apenas es mi tercer día en la oficina postal y ya me siento masacrado por la fatiga y el sueño. Tantas horas corridas poniendo sellos y tan poco tiempo para reaccionar entre uno y otro está acabando con el buen humor con que comencé la semana. Mis tripas gruñen a cada rato y a veces siento que voy a caer de bruces por el hambre. Me duele un poco el hombro, creo que ayer me lastimé un poco tratando de alcanzar uno de los sellos de devolución que se me cayó del mostrador. De cualquier modo tengo que terminar con los paquetes de dos lotes que me tocan y esto me llevará el resto del día. Don Ramiro dice que estoy haciendo un buen trabajo, pero sus comentarios poco me importan; es el clásico tipo que quiere hacerse el simpático con los empleados cuando se le nota a leguas lo prepotente y lo resentido. De seguro sólo está esperando el momento en que falle para sacar el monstruito que lleva dentro.

17:46 Los lentes me hicieron el día pesado. Hoy se les zafó la pata derecha del armazón, conseguí ponerles el tornillo de nuevo pero como me temía, el remedio no aguantó mucho y no creo poder llevarlos a reparar esta semana. Para las 4 de la tarde ya se les había caído la pata más de cuatro veces. Mi uña ya está toda despostillada, creo que necesitaré encontrar otro desarmador más resistente y más adecuado. Hace rato en el baño estuve a punto de tirar los lentes en la taza. Me tardé como diez minutos buscando el maldito tornillo que fue a dar detrás del bote de basura. Don Ramiro me regañó por tardarme tanto. Mugre viejo ¿acaso él defeca parado o cree que ir al baño es carrera contra reloj? ¡Mira que hacer tal pancho por diez minutos! Pero ya verá el infeliz cuando San Pedro “traspapele” sus documentos de ingreso al cielo (pienso juntar un porcentaje de mis sueldos para comprar el favor del santito).

19:22 Salimos tarde pero afortunadamente Tomás, un compañero de turno, me echó un aventón a la avenida Del Valle, así que alcancé el camión que me deja a una cuadra del departamento. Esta noche cenaré ligero y me iré directo a la cama.

Jueves 26 de marzo de 2009

20:03 Maribel vino hará cosa de dos horas y me dio un paquete amarillo que ha enviado mi madre desde Guanaineo. ¡Qué ridículo caso: yo trabajando en los correos 10 horas al día, viendo pasar bajo el sello postal carta tras carta y paquete tras paquete y mi servicio de correspondencia sigue siendo la pequeña trenzuda Maribel que se me queda viendo con su carita de ángel y su mirada de “regálame un chocolatito, Marcos, anda no seas malo y regálame un chocolatito”! ¿Cómo negarse a destapar el paquete y darle uno? ¿Cómo negarse a destaparse un poquito el alma? El bultito resultó ser una bufanda, Maribel se fue enfurruñada. ¡Ah, mi madre! Cuando no es el punto de cruz es el telar y cuando no cualquier otro pasatiempo con hilos, listones o estambres. ¿Será que mi madre está convirtiéndose en gato?

21:19 Traté de arreglar la pata derecha de mis lentes. Tras varios intentos, la rosca del tornillo se barrió junto con la perforación de la mica y no hay modo de amarrar la pata al lente sin destrozarlo. Si no me programan trabajo extra para el sábado los llevaré temprano al centro para que me los arreglen.

Viernes 27 de marzo de 2009

06:40 Hace frío. Camino rápido fingiendo que es para entrar en calor. La verdad es que desviaron al autobús de su ruta y todavía no me ubico bien en el rumbo. Me detengo un momento en la papelería para comprar cinta invisible. Un cachito cortado con los dientes, reparo mis anteojos “vintage” y a correr porque el tiempo vuela y no quiero quedarmé atrás.

15:40 Por fin el último día caminando como zombie de película sesentera por los pasillos de la oficina. Dice Francisco que la primera semana siempre es la peor, y sin lentes vaya que para mí fue mala. Creo que Don Ramiro piensa que consumo drogas o que soy sociópata... o quizá ambas cosas. Cada que nos encontramos en alguno de los corredores siento su mirada embarrada en mi nuca y juraría que puedo escuchar su piel reseca crujiendo cuando frunce el entrecejo como si se hubiera fumado la primer flatulencia de Adán, añejada durante milenios y milenios de rencor contra la vida.

17:50 Acaban de confirmarme que mañana no trabajaré, así que esta noche es mía. Una botella de brandy, las luces apagadas, Long way to go, algo de pasta italiana y si hace frío el cobertor café, la bufanda tejida y mis pantunflas de piel de cabra. Si corro con suerte los vecinos no darán otra de sus fiestecitas guapachosas de fin de semana. Me tiraré en la cama a puerta cerrada y pata tirante y me cobraré de una vez por todas esas horas de desvelo que esta semana llegaron en racimo.

Sábado 28 de marzo de 2009

10:17 Le pedí a Rufina que venga a hacer el aseo del departamento más tarde, cuando yo no esté. Es mi primer día de descanso desde que me dieron el trabajo en la oficina de correos y aún tengo que hacer algunos pendientes fuera de casa que más tarde no podré cumplir, porque como es bien sabido los domingos se inventaron el mismo día que la pereza y dadas las condiciones actuales yo diría que la tarde del sábado no es otra cosa más que la víspera fiel de tal invención divina. Lo primero: llevar mis anteojos a arreglar. ¡No sé cómo he sobrevivido la semana sin perder piso mientras las gafas se bambolean y se inclinan hacia la derecha cada cinco minutos y el mundo hace una genuflexión obligada! Ayer me hacía el nudo de la corbata frente al espejo y creí estar viendo a un marcianito de caricatura, con un ojo hacia arriba buscando a Fobos y con el otro hacia abajo, enterrado en sus memorias de guerras galácticas y panquecitos de le estación sur-sureste 4 en Deimos. ¿Fue sólo el efecto de mi pobre visión o de verdad me veo así de ridículo y desproporcionado? Por si las dudas, me guardaré las gafas oscuras en el saco. Si de todos modos yo no voy a ver, mejor que tampoco se me quede viendo la gente en la calle.

Domingo 29 de marzo de 2009

05:54 El plan para anoche después de llevar las gafas al taller era irme de juerga con los camaradas, contarles sobre mi nuevo trabajo, pasar el rato sin pensar demasiado. Como de costumbre, comprarímos un par de botellas y jalarímos a casa de Esteban a ponernos “tontos y borrosos”. Les llamé desde la óptica para inventarles no sé qué excusa y me disculpé por no acompañarlos, la verdad es que tenía más ganas de volver a casa y dormir otro rato para olvidarme de todo. Pedí un radiotaxi y en unos minutos estaba en casa, relajado y feliz. Quise ver la televisión un rato pero al parecer hubo un corte de energía eléctrica y me quedé a ciegas el resto de la noche. Mejor: descansé como borreguito en paja. Aún no amanece.

09:10 Lo he decidido: me quedaré de nuevo en casa. Sin lentes ni pendientes, he decidido dejar las cortinas corridas, abrazar esta oscuridad tan dulce que me rodea y disfrutar el limbo. Creo que derramé un poco de café pero no importa, mañana limpiaré.

11:57 El trabajo de la semana de verdad me tumbó: no quiero salir a distraerme, sólo quiero estar aquí a sólas, pensando y descansando en la oscuridad absoluta.

Lunes 30 de marzo de 2009

11:46 Estoy en el hospital. Rufina está conmigo, Maribel me ha encontrado esta mañana vagando a tientas por los pasillos del edificio y entre ambas me han ayudado a llegar aquí. Esta mañana me levanté temprano con la alarma para ir a trabajar, pero he despertado a una pesadilla, al principio no supe decidir si dormía o no: he encendido las luces del departamento y vi (si se me permite la ironía) que la energía eléctrica no había sido reestablecida desde el apagón del sábado. ¡Pero me levanté con la alarma del reloj y sigo grabando entradas en el teléfono! ¿Es que recargué la batería sin corriente alterna? ¿Error de redacción de podcastero de dos pesos? No: error de ensueño, o lo que es peor: ¡error de vigilia! Corrí a abrir las cortinas. Traté, trastabillé, me rompí un dedo del pie, caí, rodé, grité, maldije, me arrastré, logré levantarme con muchísimo, muchísimo dolor y tirando media sala, me mordí la lengua y rechiné los dientes, finalmente corrí la cortina: nada. Corrí otra y otra más. Oscuridad absoluta. Como pude, me dirigí a la puerta principal, tropecé con el perchero, me metí en la gabardina y salí del departamento. Afuera, la misma negrura. Recorrí el pasillo pero no pude localizar el botón del elevador, sin embargo sí la escalera. El dolor era indescriptible, pero pese a él comencé a bajar con lentitud agarrado del pasamanos. No sé cuántos pisos bajé. “¿Marcos?”, era la voz de Maribel, Mari, dulce Mari. No supe en qué situación se encontrarían mis ojos de marciano bizco, así que metí la mano lo más rápido que pude al bolsillo de la gabardina para ponerme las gafas oscuras, pero al sacarlas las tiré al suelo. Me agaché, comencé a barrer el polvo con mis dedos hasta que los lentes los encontraron y con torpeza logre ponérmelos sobre la nariz. El resto se cuenta como cualquier ingreso al hospital: revisiones, doctores, olor a desinfectante, doctores, ¿cuándo comenzó todo esto?, ajás, mms, correctos, más ajás, sonido de punta de bolígrafo girando sobre papel sobre base rígida, dedos enguantados en látex tocándome la cara, murmullos... y de todo esto, lo único que he logrado saber –además de que mi dedo gordo tardará más de un mes en sanar– es que no saben dónde ni cómo ni en qué momento. ¿Dónde? ¿Cómo? ¿En qué momento?... Espere, Doctor ¿no será qué? Y él ha continuado “Dónde, cómo, en qué momento le han practicado esta cirugía tan limpia” –Perdón, ¿ha dicho usted cirugía? –Marcos, es imposible que usted no lo sepa, sus heridas han sanado por completo. –¿Saber qué, por Dios, qué heridas? ¡Dígame de qué está hablando! Silencio. Ahora sé qué quieren decir con eso de “un silencio incómodo” –Marcos, sus cuencas oculares están vacías. Entonces me desmayé.

13:06 “Marcos, ni te molestes: bienvenido de nuevo a las estadísticas”... He recibido una llamada de la oficina: estoy oficialmente despedido. No les importaron mis razones, mi seguro médico no había sido tramitado aún y a Don Ramiro le vale medio camote si me cayó un rayo, si me comió un tiburón martillo de las Islas Salomón, si una llamarada solar me rostizó o si he olvidado mis ojos en un taller de reparación de anteojos.

13:15 Me duele todo el pie. Maribel me toma de la mano. Me duele el estómago. Apenas está cayéndome el veinte: desempleado de nuevo. Ni hablar, tendré que volver a prescindir de esta monería de celular que apenas comenzaba a pagar. Volver a la talla 34, al café barato, a caminar hasta roer la suela, a comprar el diario local para buscar... ¡Demonios, aprender a prescindir del diario y entender que encontrar trabajo será ahora más difícil que nunca! Más vale que guarde este aparato antes de arruinarlo, necesito intentar devolverlo.

[Última entrada de la bitácora]