miércoles, 1 de julio de 2009

De Sueños, Proyectos y Amor.

Ok aquí va otro de mis burdos intentos de Filosofía barata; algo que rondaba mi cabeza en vaivenes y que finalmente esta mañana me provocó un irremediable retortijón. Bendito aquél que inventó las computadoras portátiles y nos permite filosofar con apuntes electrónicos aún en el trono de la caverna de los ecos. He aquí la divagación de hoy:

Un sueño sugiere un proyecto por el que no se ha trabajado, es un deseo que carece de realidad o fundamento y por lo tanto, mientras no se actúe sobre él, tiene pocas o nulas probabilidades de realizarse.


Por otro lado, un proyecto es un sueño en el que se está totalmente implicado, es una meta por la que se lucha de manera activa; no es un deseo acabado, sino un plan o esquema que se dispone para darle forma definitiva y finalmente ejecutarlo.

Un logro es aquel proyecto que ha llegado a su madurez y perfección, es un deseo consciente que ya ha sido conseguido o alcanzado.

El principio básico de todo es soñar. Sin sueños no hay proyectos. Por supuesto, es necesario aprender a construir proyectos sólidos. Sólidos no significa rígidos e inmutables, sino reales, objetivos y alcanzables. Si se es incapaz de formular proyectos propios y perseguirlos, construir proyectos de pareja será virtualmente imposible, pues para vivir en pareja, son tan importantes los proyectos personales de cada involucrado como los proyectos compartidos. Vivir en pareja no implica de modo alguno renunciar a los proyectos personales, sino enriquecerlos y conquistarlos con la ayuda del otro y además construir nuevos sueños y proyectos compartidos que a su vez se conviertan en logros de pareja. Proyectos compartidos y proyectos personales, ambos enriquecen la relación.

Para esto es esencial aprender a generar sueños y metas en común todo el tiempo, pues es bien sabido que ninguna llama permanece encendida si el combustible se acaba. Un logro no implica el final, sino la posibilidad de renovarse, de volcar los esfuerzos en los proyectos restantes y en los que están por venir. Quemar el pabilo o derretir la cera de una vela no implica el fin del fuego, siempre y cuando se hayan encendido con él nuevos pabilos cuando aún se está a tiempo.

El primer desafío para vivir con alguien consiste en saber diferenciar los sueños de los proyectos. Soñar es bueno y enriquece el ánimo, pero el que vive de puros sueños vive dormido. El segundo reto es saber ceder parte de tus sueños personales sin renunciar por ello a tus proyectos. Donar parte de ti, de tu vida y de tus esfuerzos fortalece el carácter y hace que la parte que queda se mantenga enfocada y logre la plenitud. El tercer reto es saber enfocar esa parte de los esfuerzos propios en la consecución de los proyectos de pareja. Los vínculos más fuertes se crean a partir del trabajo conjunto por metas comunes. El cuarto objetivo es saber hacerse partícipe de los proyectos del otro; tener la capacidad de encausar los esfuerzos no sólo a tus proyectos personales y a los proyectos de pareja, sino a los proyectos personales de tu compañero.

Pensar que tus proyectos personales son más importantes que los proyectos de pareja o que los proyectos del otro es un signo de egoísmo e inmadurez, mientras que considerar a los proyectos de pareja o a los proyectos del otro como más importantes que los propios indica un déficit de autoestima.

Defender los proyectos personales implica una sana consciencia de sí mismo, asertividad y autoestima; luchar juntos por los proyectos de pareja implica unión, comunión y carácter; ceder parte de tus esfuerzos para que el otro logre sus metas implica empatía y solidaridad. Lograr todas estas cosas implica humildad, responsabilidad, madurez, respeto, comunicación y amor.